La Doña Malena


LA DOÑA MALENA



Zaragoza  es un pueblo minero. Hasta aquí llegan muchas putas atraídas por  la bonanza de la coca o  la fiebre del oro. Las recién llegadas aspiran rápidamente a  llenar la alcancía de su vientre y escapar. Pero Malena se quedó.  Armó un cambuche con letrina de porcelana y dedicó su vida entera a cobrar sus noches de polvos con polvo y llenar el socavón de sus orgasmos con pepitas de oro. Desvelos que compensaba las tardes del lunes frente al río tasando una y otra vez la fortuna acumulada, que no era más que una tinaja llena de recuerdos mezcla de coca, oro y semen. Quizá fue el oropel de esta fortuna lo que le impidió a la Doña Malena percatarse  de que los clientes hace mucho se habían ido, que había envejecido, que su piel tenía sabor a sentina, que su vulva era un dolor herrumbrado y que toda ella semejaba un sifón oxidado por orines.



Eugenio Gómez Borrero
04-08-2013